Desde el cielo

Alguien me dijo una vez, cuando era muy pequeña, que todas esas personas que ya no están con nosotros, nos observan y nos cuidan desde el cielo. Desde entonces esa idea siempre ha ido conmigo, y es la que me ayuda en esos momentos en que la añoranza se hace mayor. Quizás pueda parecer infantil pero no me importa, en realidad tengo la esperanza de que así sea, porque sino… que triste perderse tantas cosas, y que solos podemos estar.

Suele resultar muy doloroso y triste, recordar a todas esas personas que han formado parte de nuestra vida, y que por unas causas u otras ya no están. El dolor se atenúa con el tiempo, aunque en realidad nunca llega a desaparecer, siempre está ahí, en lo más profundo, aletargado y asomando cuando menos lo esperamos.

“Es ley de vida” suele decirse; aunque muchas veces nos gustaría cambiar esa ley de vida. Cambiar cualquiera de las cosas que tenemos por un instante más. Un instante… para despedirse, para sonreír, para recordar, para acariciar, para decir siquiera, te voy a echar de menos, o sencillamente… te quiero.

El tiempo pasa, nosotros crecemos, nuestras vidas cambian y las cosas que ocupan nuestra mente también. Sinceramente digo que tengo miedo de ese tiempo, miedo de que con su paso las caras se vuelvan borrosas,se olviden los olores, las sensaciones,los gestos, el tono de su voz... Alguien podría decirme que quizás es que mi memoria es demasiado frágil, o que no me importaban lo suficiente….no es así, de eso sí que estoy segura. Pero si hay algo seguro en todo esto,es que por mucho tiempo que pase, por muchas cosas que cambien, o muy frágil que se vuelva mi memoria…. su legado, todo lo que me dieron, lo que me enseñaron y todo lo que me quisieron nunca podrá cambiarse ya.