Un pequeño cuento
La locura se dio la vuelta, volvió la cara contra la corteza del árbol y empezó a contar una cuenta imposible “ 1, 7,2, 55, 88, 13”, y uno a uno se fueron escondiendo todas y todos. La locura seguía con su cuenta, y cada uno iba buscando el lugar más apropiado en el que pensaba que la locura no lo encontraría. Poco a poco se fueron escondiendo todos, excepto uno, que tardaba en encontrar el lugar apropiado, ese era el amor. Es que ya sabéis que el amor es bastante indeciso, y andaba de un lado a otro sin saber donde meterse. La locura seguía con su cuenta “ 55, 6, 99, 100, voy”, y se dio la vuelta. El amor se metió en el primer lugar que vio; se metió de un salto en un matorral de zarzas que había ahí cerca, allí se coló y se quedo tapado con la esperanza de que no lo vieran, y no lo vio. A quien primero se encontró la locura, allí tumbada fue a la pereza, a la imaginación allí entre las nubes, a la mentira no la vio allí, pero como era mentira también estaba í, y así uno a uno fueron apareciendo todos. Al poco rato faltaba solamente uno por encontrar, aquel era el amor. Ya sabéis que encontrar al amor es bastante difícil. El juego ya empezaba a hacerse pesado, así que la locura empezó a impacientarse
“Amor sal ya que se hace tarde”, pero el amor ya sabéis que es muy indeciso, y no solamente uno tarda en encontrarlo, sino que a veces tarda demasiado en salir a la luz. El amor asustado no salía. La envidia que suele preocuparse bastante mas de los demás que de si misma, se acerco al oído de la locura y le dijo: “ El amor está oculto en esas zarzas”. La locura muy enfadada fue hacia las zarzas y empezó a gritar : “ Amor sal ya ,se nos hace tarde”. Pero el amor es indeciso, y una vez que lo encuentras es difícil sacarlo. La locura muy enfadada trató de meter la mano entre las zarzas para sacar al amor de las solapas, con la mala fortuna que se pinchó con una espina,;es que a veces hacer salir al amor es doloroso. La locura muy enfadada agarro una vara que había junto a las zarzas, la introdujo en el matorral y empezó a agitarla entre las ramas. De repente sonó un grito, de entre las ramas de las zarzas salió el amor con las cuencas de los ojos ensangrentadas. La locura al agitar la vara entre las zarzas le había sacado los ojos al amor dejándolo ciego para siempre. Todos se quedaron muy callados mirando al amor con las cuencas vacías, sin saber que decir nadie. Quizá aquella fue la única ocasión en la que la locura habló con un poquito de cordura, por que dijo: “ No os preocupéis, desde ahora yo seré sus ojos”.
Y es por eso que desde entonces EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SON SUS OJOS.
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